martes, 28 de junio de 2011

Saga Fallen (Oscuros) - Lauren Kate - Passion - Prologo

PROLOGO

CABALLO NEGRO

Louisville, Kentucky • 27 de Noviembre, 2009


Se escuchó un disparo. Una amplia puerta se abrió de golpe. Los cascos de los caballos crearon eco alrededor de la pista, como un gran trueno.

“¡Y están fuera!”

Sofia Bliss ajusto el ancho borde de su emplumado sombrero. Era de un tono color malva, de veintisiete pulgadas de diámetro, con un gran velo de gasa. Lo suficientemente grande, como para hacerla parecer una entusiasta en las carreras de caballos, y sin ser tan llamativo como para atraer una indebida atención.

Tres sombreros habían sido ordenados especialmente a la modista de Hilton Head para la carrera de ese día.

Un sombrero amarillo mantequilla corono la cabeza blanca como la nieve de Lyrica Crisp, que estaba sentada a la izquierda de la Señorita Sofía disfrutando un sándwich de carne enlatada.

El otro, un sombrero espumoso de color verde mar hecho de fieltro decorado con una cinta de satén brillante con estampado de lunares coronaba la melena de color negro azabache de Vivina Sole, que estaba sentada mirando aparentemente, recatada con sus manos enguantadas de blanco, cruzadas sobre su regazo a la derecha de la señorita Sofia.

“Grandioso día para una carrera,” dijo Lyrica. Con 136 años de edad era la más joven de los Sabios de Zhsmaelim.

Ella limpio un poco de mostaza de su boca. “¿Pueden creer que esta es mi primera vez en las pistas?”

“Shhh,” Susurro Sofia. Lyrica era una idiota. Hoy no era todo sobre caballos, en realidad era una reunión clandestina de grandes mentes. ¿Y que si las otras grandes mentes no se aparecían todavía? Deberían estar aquí. En este lugar perfecto y neutral, descrito por la caligrafía de oro impreso en la carta que Sofia había recibido con un remitente desconocido.

Los demás estarán aquí para revelar y dar ideas para un plan de ataque en conjunto.

En poco tiempo. Ella esperaba.

“Hermoso día, hermoso deporte” dijo Vivina secamente. “Lastima por nuestro caballo, en esta carrera no sabría ejecutar los circuitos tan fácil como aquellas yeguas. ¿No es así Sofía? Es una apuesta difícil cuando la pura sangre de Lucinda haya terminado…”

“He dicho shhhh,” Susurro Sofía “Muérdete tu arrogante lengua. Debe haber espías por todos lados”

“Estas paranoica” dijo Vivina , dibujando una pequeña risita para Lyrica.

“Soy lo que queda,” dijo Sofía.

Solían ser más de veinticuatro ancianos en la cima de la Zhsmaelim. Un grupo de mortales e inmortales, y algunos trascendentales como la propia Sofía. Un
eje de conocimiento, pasión y fe con el único objetivo: unirlos para restaurar el mundo a su estado prelapsario (Anterior a la creación), en ese breve momento, antes del otoño glorioso de los ángeles.

Para bien o para mal.

Eso estaba escrito, claro como el día, en el código que cada uno había firmado: para bien o para mal.

Porque realmente, se podría ir en cualquier dirección. Cada moneda tiene dos lados. Cara y sello. Luz y oscuridad. Bueno y…

Bueno, que los otros ancianos no estuvieran preparados para esas dos opciones no era un error de Sofía.

Sin embargo no podía soportar cuando le enviaban noticias de una retirada.

Sus propósitos empiezan a ser demasiado oscuros. O las normas de la organización han fallado. O: Los ancianos se han alejado demasiado del código original.

La primera oleada de cartas llega, predeciblemente, una semana después del incidente con la chica Pennyweather.

Ellos no podían aceptarlo, que había aceptado la muerte de una insignificante chica. En un momento de descuido y con una daga, los ancianos corrían asustados, todos tenían miedo de la ira de La Escala.

Cobardes.

Sofía no le temía a La Escala. Su cargo consistía en la libertad condicional de los caídos, no la de los justos.

La bajada de ángeles como Roland Sparks y Arriane Alter. Mientras que no fuera un defecto en el cielo tenía la libertad de influir un poco.

En tiempos de desesperación prácticamente rogó por ello. Sofía había casi desaparecido, la lectura bizca, las excusas para los otros ancianos. Pero incluso si ella hubiera deseado la vuelta de los traidores –no lo deseo- no había nada que hacer.

Sofia Bliss –la bibliotecaria de la escuela quien solo se había desempeñado en trabajar como secretaria para la junta de Zhsmaelim- era ahora quien tenía el mayor rango oficial entre los ancianos.

Hay estaban, solo doce de ellos se fueron. Y en nueve no se podían confiar. Así que dejo solo a tres de ellos, hoy aquí con sus enormes sombreros de colores pastel, apostando en una pista falsa.

Y esperando. Eso era patético, lo bajo que había caído. Una carrera llego a su fin. Una voz en el altavoz anuncio a los ganadores y a los competidores de la próxima carrera.

La gente y los borrachos a su alrededor aplaudían o se deslizaban más bajo en sus asientos.

Y una chica, de diecinueve años, con una cola de caballo de color amarillo-blanco, una gabardina marrón gruesa y lentes de sol, caminaba despacio camino arriba de las escaleras de aluminio camino a los ancianos.

Sofía se puso rígida.

¿Qué hacia ella aquí?

Era casi imposible saber cuál era la dirección a la que la chica miraba, Sofia estaba tratando de no dirigirle una dura mirada. No es que le importara; la chica no podría verla. Ella era ciega. Pero entonces

El proscrito asintió una vez a Sofía. Oh si, esos malditos podían ver el calor en el alma de una persona. Fue tenue, pero la fuerza de la vida de Sofía tendría que haber sido visible. La chica tomo un asiento vacío frente a los ancianos, enfrentando a la pista y doblando una hoja de recomendaciones como un billete de cinco dólares que siendo ciega no podría leer.

“Hola.” La voz del proscrito era monótona. Ella no se dio vuelta.

“Yo realmente no entiendo que haces tú aquí,” dijo la señorita Sofía.

Era un húmedo día en Kentucky, pero una gota de sudor cruzo su frente.

“Nuestra colaboración termino cuando tu cohorte no fue capaz de recuperar a la chica. Ningún tipo de chisme amargo de alguien llamado Phillip va a cambiar nuestras mentes.”

Sofía se inclinó hacia adelante, más cerca a la chica, y arrugo su nariz. “Todo saben que los proscritos no son de confianza”

“Nosotros no estamos aquí para ocuparnos contigo” dijo el proscrito “Usted no era más que una forma de llegar a Lucinda. Nosotros seguimos desinteresados en ‘colaborar’ con usted”

“Nadie se preocupa por su organización en estos días”

Pisadas en las gradas.

El chico era alto y delgado, con la cabeza rapada y la gabardina que coincidia con la de la chica. Sus lentes de sol eran de una variedad de plásticos baratos, que se encuentran cerca a las farmacias.

Phillip se deslizo en las gradas justo al lado de Lyrica.

Nítido. Al igual de la chica proscrito, el no volteo su cara para hablar.

“No es una sorpresa encontrarte aquí, Sofia” El bajo sus lentes de sol a la altura de su nariz, revelando dos vacíos ojos blancos. “Solo decepcionado de que no me hubiera contado que la habían invitado a esto también.”

Lyrica se quedó sin aliento por la expansión blanca que tenía tras sus lentes. Incluso Vivina perdió la calma y se echó hacia atrás.

Sofía se sentía hervir.

La chica proscrita levanto una tarjeta dorada –igual a la que Sofía había recibido- formando una tijera con sus dedos.

“Nosotros recibimos esto” La diferencia es que esta parecía estar escrita en Braile.

Sofía alcanzo a asegurarse, pero en un rápido movimiento, la invitación desapareció tras el abrigo de la chica.

“Mira, pequeña mocosa. Me marca tus Flechas Estelares con el emblema de los ancianos, tu trabajas para mi”

“Corrección,” dijo Phillip. “Los proscritos no trabajan para nadie más que para sí mismos”

Sofía lo vio estirar un poco el cuello, pretendiendo que miraba a un caballo dando vuelta a la pista. Ella siempre había pensado que era extraño, la forma en que pretendían que podían ver. Cuando todo el mundo sabía que eran ciegos.

“La vergüenza no te dejo hacer un buen trabajo con su captura.”

Sofía sintió que su tono de voz aumento más de lo que debía, dibujando los ojos de una pareja de ancianos que cruzaban las graderías dijo:

“Se suponía que trabajaríamos juntos,“ susurro ella, “para cazarla, y ustedes fallaron.”

“De un modo u otro no habría importado.”

“¿Qué?”

“Ella igual se perdería en el tiempo, es su destino, siempre lo fue. Y los ancianos aun estarían colgados de un hilo. Como tu”

Ella quería lanzarse sobre él, quería estrangularle hasta que sus ojos blancos se salieran de sus orbitas.

Sentía como si su daga estuviera haciendo un agujero en su bolso de piel de becerro ubicado en su regazo. Si solo hubiera sido una flecha estelar. Sofía camino por las gradas hasta que una voz tras ella hizo que parara. “Por favor mantente sentada” se escuchó “La reunión empieza ya, un llamado al orden”

La voz. Ella supo inmediatamente a quien pertenecía. Calmada y autoritaria.

Totalmente humillada. Volvió a las gradas temblando.

Los mortales más cercanos no habían notado nada, pero una oleada de calor subió por la parte superior del cuello de Sofía. Corría a traves de su cuerpo, entumeciéndola. No era un temor común. Fue un terror paralizante, su estómago gruño de terror ¿Ella se atrevería a dar la vuelta e irse?

Miro por el rabillo del ojo y descubrió a un hombre vestido con un traje negro. Su oscuro cabello era corto bajo su sombrero negro. Su cara, amable y atractiva, no era particularmente memorable. Bien afeitado.

De nariz recta, con ojos marrones que se sentían familiares. Sin embargo la señorita Sofía no lo había visto antes. Aun así ella supo quién era, lo sabía en la medula de sus huesos.

“¿Dónde está Cam?” Dijo la voz que estaba tras ella “A él se le envió una invitación”

“Probablemente jugando a ser Dios en las Anunciadoras. Le gusta al igual que al resto de ellos” espeto Lyrica. Sofía quería darle un manotazo.

“¿Has dicho, jugando a ser Dios?”

Sofía busco las palabras para arreglar el error de tal magnitud. “Varios siguieron a Lucinda tiempo atrás” Dijo ella finalmente “Incluyendo a dos Nefilim. No estamos muy seguros de los otros”

“Me pregunto” dijo la voz, repentinamente helada “¿Por qué ninguna de ustedes fue elegida para ir tras ella?”

Sofía lucho para tragar, para respirar. Su gran intuición de movimientos estaba presa del pánico. “Nosotros no podemos exactamente, bueno… Todavía no tienen la capacidad de…”

La chica proscrita la corto. “Los proscritos están en proceso de…”

“Silencio” Mando la voz. “Me rehusó a tus excusas, Esas ya no son un tema, ya no importan”

Por un largo tiempo, el grupo estuvo en silencio. Era aterrador no saber cómo complacer a Dios. Cuando el finalmente habló, su voz sonó más suave pero no menos letal. “Hay demasiado en juego no puedo dejar nada al azar.”

Una pausa.

Después, en voz suave dijo, “Llego la hora de que tome el tema con mis propias manos.”

Sofía contuvo el aliento para ocultar su horror. Pero ella no podía parar los temblores de su cuerpo.

¿Su participación directa? En verdad, era la perspectiva más aterradora. Ella no se podía imaginar trabajando con el… “El resto de ustedes estará fuera de esto” dijo el hombre “Eso es todo.”

“Pero-” Fue un accidente, una palabra se escapó de los labios de Sofía.

No podía retirarlo. Pero todas sus décadas de trabajo. Todos sus planes. ¡Sus planes! Lo que vino después fue un rugido que hizo temblar la tierra. Que resonó a través de las gradas, que pareció viajar por todo el circuito en unos segundos.
Sofía se encogió. El ruido parecía casi un accidente en ella, a través de su piel y hasta su más profunda esencia. Se sentía como si su corazón se estuviera moviendo por piezas.

Lyrica y Vivina ambas presionadas contra ella, con los ojos cerrados. Incluso los proscritos temblaban. Justo cuando Sofía creyó que el sonido no cesaría, que sería su fin, el estruendo dio paso a un silencio absoluto.

Por un momento. Tiempo suficiente para mirar alrededor y ver que la gente en la pista no había oído nada en absoluto.

En su oído susurró: “Su tiempo en esta empresa terminó, no se atrevan a ponerse en mi camino”

Más abajo otro disparo sonó. La amplia puerta se abrió de golpe una vez más, solo que esta vez los golpes de los cascos de los caballos contra el suelo parecían prácticamente nada, como una ligera brisa sobre las copas de los árboles.

Después de que los caballos de carreras cruzaran la línea de inicio, la figura tras ellos desapareció, dejando únicamente las marcas de sus zapatos negro carbón, sobre las gradas de la tribuna.



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